Hashtag, comillas y puntos suspensivos.

Hashtag, comillas y puntos suspensivos. 

Comenzó con un dolor en la boca del estómago, mientras comía. Lo definí como una patada de caballo en medio de mí. Nunca antes me había sucedido, a pesar de haber sufrido de los clásicos dolores de gastritis, nunca antes había registrado un dolor así, paralizante, a la mitad de mi comida y acompañada de náuseas y mareo, como si yo me hubiera congelado y todo a mi alrededor girara. Corrí a recostarme. 
Ya más calmada y después de mitigar el dolor con diversos remedios, fui entendiendo gracias a mi cuerpo…tenía un enorme asco, un enorme dolor, una enorme impotencia, un enorme asombro, pero también un cúmulo de enormes recuerdos punzantes. 
Lloré en silencio, eso me ayudó también a regresar a mi estado de centro. 

Llevaba casi 48 horas revisando las múltiples publicaciones de #Metoo, con especificidad #Metoomúsicos y #Metooteatreros (mexicanos). Desde que arrancaron ambos hashtags, estuve al tanto, sobre todo del gremio teatral, donde comenzaban a aparecer los nombres de gente de mi entorno laboral y profesional. Nombres de hombres conocidos míos, ya sea en persona o sólo nombrados, saltaban a mis ojos y de ninguno de ellos, ninguno, dudé una sola vez, el que hubiera cometido lo que alguna denunciante anónima compartía. Incluso, en algunos casos, denunciantes varones. Incluso, en algunos casos, no siendo en calidad de anonimato.

Son demasiadas cosas las que quiero hablar aquí. Son demasiadas cosas las que pasadas las horas, he digerido y que en mi sistema se acomodaron para poder discursar. Primeramente acepté el comunicado de mi cuerpo, asimilando que no era indiferente a este dolor femenino, humano. Que agradecía aún poder tener el nivel de empatía, escucha y sensibilidad para contener INDIGNACIÓN. (Enfado violento provocado en alguien por una acción injusta o reprobable. María Moliner). Léase que es muy cercano a indigestión del latín indigestio)…relacionar no será difícil. 
Enfado violento. SÍ. ¿Por qué? Por todo esto leído. 
Por TODO, a lo que además se sumaba el suicido de Vega-Gil. 

El señor dejó una carta digna de analizarse palabra por palabra. Pero ante todo me llamó la atención algo que escribió: no se culpe a nadie. No se culpe a nadie. Pero su auto ejecución la llevó a cabo en un lugar público donde muchos nadies transitan. Textual: “No se culpe a nadie de mi muerte: es un suicidio, una decisión voluntaria, consciente, libre y personal.”…que se hizo colectiva. Ahora todos los nadies cargan con su muerte. Tan voluntaria, consciente, libre y personal que prontamente salieron múltiples voces, mayormente masculinas, con “comunicados” tan desafortunados como los del FCE, dirigido por Paco Ignacio Taibo II, textual: “Lamentamos profundamente la muerte de Armando Vega-Gil, fiel amigo y compañero de muchos que aquí trabajamos. Sea un útil recordatorio para que las justificadas denuncias de acoso, machismo y violencia en contra de las mujeres no se conviertan en una persecución irresponsable.” ¿Persecución irresponsable? Touché. La persecución irresponsable, podría también aludir a ASUMIR como cierto que la denuncia de “Anónima” es falsa. Infundada. Articulada ex profeso para un linchamiento hacia el músico, como un opinante del periódico El Universal acotó a decir: por ganas de fama. 
Ganas de fama, de quién no conocemos el nombre y a quien, sí que están linchando por “irresponsable”. 
Indignante que nuevamente Taibo II exhiba sus vetas machistas. Torpe (por decirlo de alguna manera), que no sepa cómo generar un comunicado qué debió limitarse a: “Lamentamos profundamente la muerte de AVG”, para no exponer su carencia de parcialidad. Articular un comunicado que no violentara el ya por demás cuestionado testimonio de la denunciante que ahora tendría alrededor de 27 años. La medida de juicio a la joven, en aquél tiempo de 13 años, es muy muy muy diferente a la de un hombre de 50. 

Pobrecito él que se suicidó. Qué maldita ella que lo acusó. 

Si en calidad de anonimato la joven ya está soportando la revictimización de algunos sectores, vamos a ver como hubiese sido con nombre y apellidos. PEOR. Lo sabemos, PEOR. “Muy bien Señorita Fulana de Así, muestre las pruebas de lo que dice.” Y lo sabemos porque ha sucedido muchísimas veces y sigue sucediendo. Cada vez que a ELLAS, se les cuestiona veracidad, se les exige pruebas (muchas veces con tintes morbosos) y al final de un doloroso proceso (la mayoría de veces infructuoso) se les recrimina por “recordarlo tan tarde”, o “denunciarlo tanto tiempo después”. O sea, igual encuentran la forma de invalidarlo. A ELLAS, a NOSOTRAS, siempre se nos va a cuestionar TODO, porque así ha sido a lo largo de cientos de años de machismo violento y de tradición patriarcal en donde se abrazan algunos hombres (por fortuna, no todos), para salir en defensa del camarada acusado. Venga nombrar el caso de la nota de Ricardo Rocha, liga que comparto al final del escrito, donde defiende “al que no fue su amigo”, pero que entiendo por cada línea de su opinión, que asume inocente. Vega-Gil, el inocente, que “no la tocó”. Porque recordemos que para Rocha es importante la acción de TOCAR. Memorable es su anécdota con Sofía Niño de Rivera, donde por cierto, en ranking de linchamiento mediático, le fue peor a la standupera por manifestarse incómoda ante el trato del conductor, que arguyó sólo haber sido “afectuoso”. Juicios que no son justos. Rocha 1, Niño de Rivera 0. Vega-Gil 1, “Anónima” 0. Así son las cosas, en el país, en el mundo. En el país. 

Insisten en hacernos cero. Me gustaría invitar a Ricardo Rocha a que vea varias películas o series sobre abusos de carácter sexual, en sus diversas formas y articulados por diversos personajes (muchísimos de ellos sacerdotes, por ejemplo), donde las víctimas de abuso, hombres y mujeres, narran que recordaron la vejación sufrida o que lograron detallar la condición del abuso con precisión, AÑOS después. Una de esas series The Keepers dirigida por Ryan White es muy clarificadora con respecto a los procesos de memoria tardía en caso de abusos o acosos de connotación sexual. 

A quienes aun leyendo la carta del músico de Botellita de Jerez sigan sin comprender lo que implica la decisión de un suicidio voluntario como lo define el músico en cuestión e insisten en tachar de irresponsable a la denunciante anónima, extendiéndolo además a las demás denunciantes y los denunciantes en circunstancia de anonimato e incluso al movimiento mismo de #Metoo, algo grave está pasando con su valores de proporción (por no entrar en calificativos morales o éticos). Se habla de una adolescente de 13 años, no teniendo una amistad “normada” con un adulto de 50. Estamos ante la descripción clara de que esta joven vivió un proceso de “seducción” que se fue incrementando hasta alcanzar matices evidentemente pedófilos. De no haberse suicidado Vega Gil podría haber argumentado: eso no sucedió. No sucedió así. No lo recuerdo. Está mintiendo. Así ocurrió. Sí sucedió y lo lamento…o no. De no haberse suicidado Vega-Gil, incluso pudo haberse sometido al polígrafo y solicitar que la denunciante también lo hiciera. Hacer valer el derecho de presunción de inocencia, como ella hizo valer su derecho de una denuncia anónima. Parecería que les dejó a sus amigos y admiradores la herencia de su defensoría; una tarea implacable a quienes dudan, o peor aún, a quienes desestiman la denuncia y la descalifican. 
A aquéllos que han dudado desde hace muchos años de ELLAS. De Nosotras. A las que nos han dicho: “te lo buscaste”, “¿y a qué fuiste?”, “estabas borracha”, “ve cómo te vistes, por eso las violan” y un tristísimo etcétera. 
Que dudan de quienes, desde siempre, se les pedirán pruebas. Pruebas que son verdaderamente escaladas de gran altura, creadas por un sistema de poder que no parece favorecer al agraviado sino al agraviante. Y en nuestro país, ¡vaya que si no! 
A las que no estamos en puestos directivos, o no somos famosas, a las que no tenemos un círculo influyente…a las NADIE. 
Porque con honestidad; no es lo mismo ser Armando Vega-Gil “Botello de Jerez”, que “Anónima” número “ “. Y que por ello hemos tenido que recurrir a múltiples medios y formas para ser escuchadas. Visibles. Merecedoras de credibilidad y justicia. Y como ruta de visibilización crear un continuo grito en las redes sociales, portavoz de estos tiempos, y específicamente por medio de Me too. 

Se pide que se creen “nuevos y mejores mecanismos” para certificar la autenticidad de la condena y que no se trate de una “calumnia”, “revancha”, “despecho” o términos similares. Se pide que sólo se haga caso a una denunciante que ponga su nombre. ¿Y certificarán la cuenta? Porque yo me puedo poner Mariana Volpi o mi nombre, Daniela Esquivel (donde sólo en Brasil he encontrado 6 homónimos) ¿y luego? Después de tantísimos años de atropellos contra el género, o contra el más vulnerable (porque no toda denuncia proviene de una mujer), ¿se indagará, se hará justicia? O será igual de efectivo como cuando una estudiante de Licenciatura de Teatro, presencialmente, dando nombre y cara, señaló en la coordinación de su carrera al chavo que la violó en una fiesta y sólo le respondieron “lo que dices es sumamente grave” y ya. El agresor libre. Ella con su dolor, su indignación, su estigma y su soledad. 

Se piden muchas cosas que “deberían” en un país donde nada es como “debe”. En un país donde la ley del que más puede, tiene, e influye, rige. En un país donde una ‘denuncia’ quiebra a un hombre al grado de “verse” obligado a suicidarse porque “no hay salida”. ¡No señor, sí que la había! (pero bueno…) 
Una parte de la carta expresa “la habría invitado a que habláramos de este asunto, ella con pruebas y testigos…” (Él no oferta lo mismo). Pudo haber sido un verdadero ejercicio de justicia, sólo que decidió callarse. Y para siempre. Gran simbolismo. Y algo muy importante, se le olvidó que él era Armando Vega-Gil, que aún con 36 ó 37 años más de experiencia que la acusante, él era fundador de Botellita de Jerez, y ella… una NADIE. 

Es así como son las cosas en estos días, donde se nos sigue cercando la posibilidad de exponer, porque siempre habrá vías para el nacimiento de mártires, de “acusados sin pruebas”, de víctimas de acusaciones infundadas, de revanchismos, de… De buscar las fórmulas para seguir justificando una violencia a la que NO NOS QUEREMOS HABITUAR. Porque aunque Marta Lamas no lo considere acoso, a mí no me gusta que nadie me diga “sabrosa” por la calle y mucho menos debo tolerar que me lo escriban en Facebook. Como tampoco tengo porque tolerar que siga en la radio un tal Marcelino Perelló, autor de frases célebres como: “si no hay verga no hay violación” o “estaba muy buena y era metible”. Mucho menos tendría porque verme obligada a silenciar “el hostigamiento de un director de teatro que insiste en que soy homosexual con miras a tener relaciones conmigo”, “No denunciar al joven promesa de la dramaturgia nacional que me violó en una fiesta”, “Esconder el nombre del profesor que me manda mensajes eróticos” y un sin número más de situaciones que seguramente han ido escalando porque nos acostumbramos a dejar pasar piropos que no son piropos, galanteos o acercamientos que no lo son o porque nos dijeron que fue “nada” o somos “nadie”. 

Esto tiene que ir terminando. 

Y sí. Sí y mil veces sí: 
#Anónimatecreo 
#Anónimotecreo 


No se culpe a nadie de su muerte http://www.eluniversal.com.mx/articulo/ricardo-rocha/nacion/no-se-culpe-nadie-de-su-muerte?page=1363 Tunden a FCE por tuit sobre suicidio de Armando Vega Gil https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/04/01/tunden-a-fce-por-tuit-sobre-suicidio-de-armando-vega-gil ¿Quién asesinó a…? https://elpais.com/elpais/2017/05/27/icon/1495902414_448994.html “Sin verga no hay violación”: https://www.reporteindigo.com/reporte/verga-violacion-marcelino-perello-violencia-mujeres-acoso/

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