Devuelta

Veíamos el mar juntos, desde hace unos años.
Pero sólo se recreaba en nuestra cabeza.
Hoy, mar en mis ojos.
Las cosas, las personas, el tiempo mismo, todo muta.
Nosotros no somos infalibles, pero creímos algún día serlo.
Te revelé que no puedo escibir, pero tampoco hablar.
It hurts but saves.
Not yet.
Tus besos se llegaron a recrear...
Me encuentro confundida y decidida. Pésima combinación.
Una chucharada de mi propio chocolate.
Luego abro una carta y dice:

"Ella"

Ella
Sí, la de piel de canela. Clavo y canela. La de ojos como perlas negras y almendras, ébano y cobre cocinándose para perderme.
Ella, en su otra. Arena y leche. La de ojos que destilan miel y se confabulan para enceguecerme.
Habla y en serio que me siento perdido. No hay nada alrededor, ni un sólo ruido, ni un sólo temor. Estamos solos ella y yo.
Mi ella.
La de los temores infinitos, la de llanto ligero y cruces sobre los hombros. La de metáforas que se vuelven sarcasmos, la de sarcasmos que se vuelven enseñanzas, la de enseñanzas que me dejan mudo.
Porque soy otro desde que la acaricié.
Ella me lo advirtió. No me toques. No te rías. Y créeme, estoy hecha para hacerte daño. Luego veíamos una película de amor. El pintor y la niña fugaz. Se llamaba Grandes Esperanzas. Great Expectations, decía ella, con su acento inglés, que quiere denotarse.
Poco me importó, la acaricié toda. Hasta más allá del alma.
Mientras ella…también me tocaba.
Aprendimos a tocar también una balada. Narraba el amor más allá de las superficies de este amor que todo lo materializa. Más allá de una moneda. Una nacionalidad. Un credo. Un color de piel. Un sexo.
El sexo.
Consumado en la oscuridad parida por el deseo y el reclamo, el reproche constante del bienamado.
Dos cuerpos que se reconocen diferentes. En formas, tamaños, colores y búsquedas y paradójicamente son uno.
Ella que trunca mis espacios
Que me chinga la madre los esquemas
Que me parte los fundamentos
Que me deshoja a Marx, con sus pinches globos y sus burbujitas y sus cremitas
Que acelera un Ibiza y vale para puras vergüenzas su ecología
Ella que levanta sus pechos como dos torres a la entrada de Creta
Ella que se sabe bella
Me excita me provoca y me recrimina
Ella que la extraño demasiado y la tengo y no la sostengo
Ella con sus caderas de ensueño. Un reloj de arena que hace girar la tierra
Estoy que reviento en la locura por….ella…
La de prisa ligera y lenta aspereza. No puedo asirte mi nena.
Pequeña…sos tan grande…y pequeña. De cerca no se ni se uno ochenta o será uno cincuenta. Alguien alguna vez contaba que la estatura resulta relativa.
Naciste de un cuadro de Pollock, dicho por ti. Rembrant no te va mal. Mi ella rebuscada…
Y así, vuelvo a decirlo… No puedo asirte mi nena.


Cerré la carta, me encerré en el mar.
Medusas me gritaban...
así regresé y ya de vuelta...revuelta.

Comentarios

  1. Hermosa letra, sentido profundo...poesía en la poesía...sabia combinación.

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