Verde y canela
Reto a mi brazo a que a pesar de la huelga que me ha montado sea suficientemente fuerte para acompañarme en la primera parte del camino, del viaje sobre un terreno llamado del recuerdo a partir de la vivencia.
Empieza en la voz que despierta y se clava en la despedida de miradas cinematográficas que se entretejen en los escombros subterráneos de la cotidianidad.
Así como somos nosotros, esa mezcla de café y menta, cuando se nos atraviesa el amor en los ojos.
Eso no lo puedo negar, porque aún existe y rogaré porque esté siempre.
Los silencios que nos regalamos son caramelos que atesoramos, pero igual nos inquietan las sonoras risas, o las burlas no contadas.
¿De que te ríes? me preguntas tú.
Me gusta cuando ríes así.
Y yo atrapo tu risa difícil como tu discurso y la encapsulo en el apartado: “combustible de días lluviosos o solitarios” para sacarla y animarme.
Por eso te cuento que todo esto se trata de memoria y vivencia.
Memoria de cuando tu piel suave se desliza por la mía tibia dando nido a sonidos orquestales que sólo nuestros cuerpos conocen desde hace ya…algunos años. Mira que los hemos contado.
Y entonces, como casi siempre, me sorprendes con lo que yo creería que no lo harías.
Te acuerdas de fechas precisas con casi sus horas. Mientras las horas de vivencia transcurren y nos seguimos mirando, como si no nos conociéramos, como si nunca antes hubiéramos compartido el lecho azul que canta por las noches a la ventana las juglarías de nuestros encuentros desencontrados o de nuestros desencuentros encontrados según sea el orden marea del día.
Yo me perdí algún día en el verde de tu egolatría dominante que hice mía, mientras tú nadabas en el canela de mi locura festiva…la misma que a veces sin dudarlo, se que extrañas.
Quizá hasta echar de menos uno que otro grito.
Pero no mencionamos mucho la playa, menos si es linda, porque entonces se nos enrosca la serpiente sirena de la garganta y hace que nazca una cascada de nuestras palmas y así, así no podemos tocarnos, cuando lo que deseamos es consumirnos en el goce sentido de los que se aman.
Dices que a mi me gusta que me rueguen.
Lo que no dices es que tú sabes que siempre tú sabrás como rogar.
Y te echo encima todos mis fervores.
Y nacen de mi pecho gaviotas que adornan todos tus muelles.
Me entrego a ti como la espuma blanquea la costa. Toda.
Ya nada hay para reclamos o convencionalismos, porque ya estoy en tus brazos. Y tú en los míos y el tiempo nos alarga consecuente la paz que sólo nosotros juntos cuando queremos estar juntos nos damos.
Dame otro beso…mira que después ya vendrá la muerte.
Y repetimos los ritos.
Las voces, la caminata, los personajes, los juegos.
La gastronomía apócrifa, mis quejas, las tuyas.
El hablar de lo que tememos: la escena.
Y los pasos sonámbulos por la ciudad……
Hasta que llega la partida y nos despedimos y nos separamos de caminos y las puertas negras se cierran y la chicharra anuncia la salida, y yo adentro sentada y tú afuera parado en el pasillo.
Haciendo temblar a más de un pasajero con esa mirada torbellino que nos gastamos en darnos desde hace no se ya cuánto…haciéndole saber a todos, cuanto aún nos amamos……….
Empieza en la voz que despierta y se clava en la despedida de miradas cinematográficas que se entretejen en los escombros subterráneos de la cotidianidad.
Así como somos nosotros, esa mezcla de café y menta, cuando se nos atraviesa el amor en los ojos.
Eso no lo puedo negar, porque aún existe y rogaré porque esté siempre.
Los silencios que nos regalamos son caramelos que atesoramos, pero igual nos inquietan las sonoras risas, o las burlas no contadas.
¿De que te ríes? me preguntas tú.
Me gusta cuando ríes así.
Y yo atrapo tu risa difícil como tu discurso y la encapsulo en el apartado: “combustible de días lluviosos o solitarios” para sacarla y animarme.
Por eso te cuento que todo esto se trata de memoria y vivencia.
Memoria de cuando tu piel suave se desliza por la mía tibia dando nido a sonidos orquestales que sólo nuestros cuerpos conocen desde hace ya…algunos años. Mira que los hemos contado.
Y entonces, como casi siempre, me sorprendes con lo que yo creería que no lo harías.
Te acuerdas de fechas precisas con casi sus horas. Mientras las horas de vivencia transcurren y nos seguimos mirando, como si no nos conociéramos, como si nunca antes hubiéramos compartido el lecho azul que canta por las noches a la ventana las juglarías de nuestros encuentros desencontrados o de nuestros desencuentros encontrados según sea el orden marea del día.
Yo me perdí algún día en el verde de tu egolatría dominante que hice mía, mientras tú nadabas en el canela de mi locura festiva…la misma que a veces sin dudarlo, se que extrañas.
Quizá hasta echar de menos uno que otro grito.
Pero no mencionamos mucho la playa, menos si es linda, porque entonces se nos enrosca la serpiente sirena de la garganta y hace que nazca una cascada de nuestras palmas y así, así no podemos tocarnos, cuando lo que deseamos es consumirnos en el goce sentido de los que se aman.
Dices que a mi me gusta que me rueguen.
Lo que no dices es que tú sabes que siempre tú sabrás como rogar.
Y te echo encima todos mis fervores.
Y nacen de mi pecho gaviotas que adornan todos tus muelles.
Me entrego a ti como la espuma blanquea la costa. Toda.
Ya nada hay para reclamos o convencionalismos, porque ya estoy en tus brazos. Y tú en los míos y el tiempo nos alarga consecuente la paz que sólo nosotros juntos cuando queremos estar juntos nos damos.
Dame otro beso…mira que después ya vendrá la muerte.
Y repetimos los ritos.
Las voces, la caminata, los personajes, los juegos.
La gastronomía apócrifa, mis quejas, las tuyas.
El hablar de lo que tememos: la escena.
Y los pasos sonámbulos por la ciudad……
Hasta que llega la partida y nos despedimos y nos separamos de caminos y las puertas negras se cierran y la chicharra anuncia la salida, y yo adentro sentada y tú afuera parado en el pasillo.
Haciendo temblar a más de un pasajero con esa mirada torbellino que nos gastamos en darnos desde hace no se ya cuánto…haciéndole saber a todos, cuanto aún nos amamos……….
Comentarios
Publicar un comentario