Arena

Arena. La temperatura de la arena. Eso es lo que recuerdo. Dejé mi casa, sin que jamás fuera mi casa. Porque un hogar se habita con aromas y pasos y yo nunca perfumé mi casa por la noche, ni anduve por la cocina de mañana. Cuando abandoné mis memorias infantiles para ser esposa, apenas podía elegirme la ropa sola. Me consolaba la idea de tener muchos vestidos, con sus zapatos para combinar. Pero al llegar a aquella casa fría…todo era grande. Inmenso y vacío, grande. Con nada podía llenar rincones blancos donde sólo se dibujaba la ausencia de todo. ¿Qué hace una con la riqueza del tiempo que no tiene en qué invertirse? Me volví coleccionista de horas. Las guardo en estos frascos. Aquí viven. Algún día no lejano me volveré vieja y volveré a mi casa, donde choca el mar con las lisas piedras. Ahí llevaré mis horas para que le cuenten mi historia a algún navegante que la quiera escuchar.

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