Gata en la calzada
La noche destila jugos que me invitan a beberlos y arrinconarme caprichosa dentro de las entrañas de turbia resaca del escritor que no escribe nada.
O que escribe todo y no lo ve, porque desea no reflejarse tanto. Desnuda quiero andar, pero si descubro los afilados ojos sobre mis curvas insolentes, me digo, desnuda creo que quisiera andar pero no puedo.
Se me está obligando a escribir y leer a leer y escribir, con el más dulce de los incentivos y el más cruel de los lenitivos. Tu boca que sangra y tus manos que me dan de beber.
La noche afuera está rabiosa y ardiente, por eso mi pecho le responde agitado. Y tú tan lejos. Y de mi, yo tan cerca.
No quiero perderme en la angustia de nadar dentro de mí misma, menos aún que has descubierto mi secreto: soy la reina pez en el agua, soy la reina gata en la calzada.
La que te nada el vientre y la que te aúlla la ventana.
Del vacío y de no acostumbrarme a la noche, me refugio en el recuerdo de la playa aquella, la soñada conjuntamente, la de las algas esfera.
Ahí te digo al oído, el otro secreto que no sabes, el nunca antes revelado, la reina de plumas doradas sí tiene su alita de Aquiles. El miedo al miedo.
El miedo a reventarse en los besos, a cocerse en el menear de los cuerpos, a explotarse en el eco retumbante de las palabras.
Tú me abrazas, me arropas,
desde tu cerca lejana distancia…
cantas a mi oído, con tu voz dulce y delicada:
Mi cuerpo mudo
Ahora
Habla con otro
Sonríe a otro
Tiene por fin
Primavera
Me quedo tranquila entonces, y me voy en el sueño, gimiendo mis ruidos llorosos de gata arrullada y suspirante, quédate en liviandad,
en tus brazos me cedo.
O que escribe todo y no lo ve, porque desea no reflejarse tanto. Desnuda quiero andar, pero si descubro los afilados ojos sobre mis curvas insolentes, me digo, desnuda creo que quisiera andar pero no puedo.
Se me está obligando a escribir y leer a leer y escribir, con el más dulce de los incentivos y el más cruel de los lenitivos. Tu boca que sangra y tus manos que me dan de beber.
La noche afuera está rabiosa y ardiente, por eso mi pecho le responde agitado. Y tú tan lejos. Y de mi, yo tan cerca.
No quiero perderme en la angustia de nadar dentro de mí misma, menos aún que has descubierto mi secreto: soy la reina pez en el agua, soy la reina gata en la calzada.
La que te nada el vientre y la que te aúlla la ventana.
Del vacío y de no acostumbrarme a la noche, me refugio en el recuerdo de la playa aquella, la soñada conjuntamente, la de las algas esfera.
Ahí te digo al oído, el otro secreto que no sabes, el nunca antes revelado, la reina de plumas doradas sí tiene su alita de Aquiles. El miedo al miedo.
El miedo a reventarse en los besos, a cocerse en el menear de los cuerpos, a explotarse en el eco retumbante de las palabras.
Tú me abrazas, me arropas,
desde tu cerca lejana distancia…
cantas a mi oído, con tu voz dulce y delicada:
Mi cuerpo mudo
Ahora
Habla con otro
Sonríe a otro
Tiene por fin
Primavera
Me quedo tranquila entonces, y me voy en el sueño, gimiendo mis ruidos llorosos de gata arrullada y suspirante, quédate en liviandad,
en tus brazos me cedo.
Hermosa letra, sentido de las imágenes...la felicito. No sólo dirige usted estupendamente su teatro, ese teatro...sino que escribe como quiere y eso también es bastante y se agradece...
ResponderEliminarMariozzi Carmona Machado